Un compendio de las infracciones de la tregua elaborado por Armed Conflict Location & Event Data (ACLED) y analizado por elDiario.es señala que en el ejército israelí es responsable del 90% de las vulneraciones

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El alto el fuego en Gaza que entró en vigor el pasado 10 de octubre se está caracterizando por los reiterados incumplimientos en su aplicación, que ha sido particularmente laxa en el caso de Israel, como ya lo había sido en la fallida tregua de principios de año. Desde el inicio del acuerdo y hasta el 10 de noviembre —un mes exacto— Israel ha matado a 260 personas y herido a 632, según del Ministerio de Sanidad gazatí.

La organización Armed Conflict Location & Event Data (ACLED) ha contabilizado 272 incumplimientos de diversos tipos entre el 10 de octubre y el 7 de noviembre. Son desde pequeñas escaramuzas a bombardeos masivos en los que la responsabilidad ha sido en 246 ocasiones (el 90,4%) de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Las restantes 26 violaciones se achacan a Hamás o algunas de sus milicias, o bien a elementos palestinos sin identificar.

La desproporción de medios y métodos se puede explicar con un ejemplo práctico. Entre el martes y el miércoles 28 y 29 de octubre, Israel mató a más de 104 palestinos, incluidos 46 niños y 20 mujeres, e hirió a otros 253. El motivo de esta masacre fue responder a una supuesta infracción previa de Hamás, de la que el grupo palestino se desvinculó. La operación se produjo tras la entrega de un cadáver que Israel aseguró que no era el de uno de los rehenes que reclamaba a Hamás.

Ejecutada la represalia, el Gobierno de Benjamín Netanyahu dijo que volvía a regirse por los términos de la tregua. Pero la realidad es otra, pues Israel ha seguido bombardeando y lanzando drones literalmente todos los días desde el 30 de octubre y hasta el 7 de noviembre, ambos inclusive, en el norte, sur y centro de la Franja. En palabras de la relatora especial de la ONU para Palestina, el alto el fuego es, en consecuencia, “una mentira”.

Roces reiterados en la 'Línea Amarilla'

El principal perímetro de roce es la denominada “Línea Amarilla” pactada en el acuerdo, a medio camino entre el Mediterráneo y la frontera formal de Gaza, que separa el área bajo control directo israelí de la zona de la que sus fuerzas se han retirado. Representa prácticamente el 60% de la superficie de la Franja.

“Desde el alto el fuego, la mayoría de los ataques israelíes se han producido cerca de la Línea Amarilla, mientras que Israel ha seguido destruyendo edificios dentro de los territorios que controla. Y con los desacuerdos que persisten sobre el desarme, la gobernanza y el papel de las fuerzas internacionales de estabilización, es probable que la Línea Amarilla siga siendo el principal punto de fricción”, explica a elDiario.es Nasser Khdour, analista para Oriente medio de ACLED.

Es poco probable que se produzca una guerra a gran escala, sobre todo porque EEUU está trabajando para evitar tal escenario

Hamás, por su parte, ha protagonizado varios incidentes violentos mientras trata de reafirmar el control del terreno que domina. Milicias gazatíes apoyadas por Israel han intentado cuestionar su autoridad en la Franja y Hamás ha respondido brutalmente, con ejecuciones sumarias. El plan de paz del presidente estadounidense, Donald Trump, prevé que la organización acabe cediendo el poder, pero está por ver que Hamás acepte tales términos.

Garantía estadounidense

EEUU se ha aplicado, no obstante, para que la precaria tregua no descarrile. Desde el inicio del alto el fuego ha desfilado por Tel Aviv con intención de contener a Netanyahu y sus guerreros ministros la dupla de Steve Witkoff, enviado especial de Trump para Oriente Medio, y Jared Kushner, yerno del mandatario estadounidense y promotor inmobiliario. Los esfuerzos diplomáticos se completaron con una visita posterior del secretario de Estado, Marco Rubio, así como del vicepresidente, JD Vance.

Khdour cree que estos esfuerzos alejan la posibilidad de una ruptura total del alto el fuego. “Es poco probable que se produzca una guerra a gran escala, sobre todo porque EEUU está trabajando para evitar tal escenario. Pero dado que las siguientes fases del alto el fuego de Trump están estancadas, existe la posibilidad de que Israel intensifique los ataques selectivos contra miembros de Hamás y sus capacidades militares al oeste de la Línea Amarilla”, indica.

Violencia entre palestinos

Aunque los datos de ACLED señalan tres enfrentamientos entre efectivos de Hamás y militares israelíes —más la explosión de un dispositivo bajo un tanque israelí, posiblemente una mina colocada antes del alto el fuego— la mayoría y más cruenta actividad de Hamás se produjo contra fuerzas de origen palestino.

El suceso más mortal fue un enfrentamiento el 12 de octubre, dos días después de entrar en vigor la tregua, en un choque con el clan Doghmush, que según Hamás ha colaborado con Israel. Murieron 26 personas en el enfrentamiento y Hamás ejecutó públicamente después a otras 15.

“Nuestros datos muestran que los enfrentamientos entre palestinos han disminuido desde que Hamás restableció el control en las zonas desocupadas por Israel, pero es probable que la inestabilidad continúe”, estima Khdour. “Tras el alto el fuego, Hamás sigue siendo el actor palestino dominante y ahora controla las zonas al oeste de la Línea Amarilla. Sin embargo, sus instituciones civiles, sus recursos y su capacidad de gobierno han sufrido graves daños. Esta situación ha llevado a Hamás a depender principalmente del uso de la fuerza para mantener su autoridad, especialmente dada la presencia de clanes poderosos, grupos armados y la falta de un plan palestino unificado para el futuro gobierno de Gaza”, añade.

Dividir Gaza en zonas separadas donde puedan crecer más grupos palestinos corre el riesgo de acrecentar las divisiones internas

El analista cree que Hamás también tiene otro frente abierto con los grupos armados que operan dentro de las zonas amarillas con el apoyo de Israel. “Dado que Israel ataca todos los movimientos cerca de la línea amarilla, es poco probable que Hamás dé prioridad a la confrontación directa con los grupos respaldados por Israel. En cambio, podría centrarse en contrarrestar los esfuerzos de estos grupos por coordinarse con actores o individuos dentro de sus territorios. Pero a largo plazo, dividir Gaza en zonas separadas donde puedan crecer más grupos palestinos corre el riesgo de acrecentar las divisiones internas”, advierte.

El experto es, en todo caso, pesimista sobre las perspectivas de una desescalada real del conflicto palestino, siquiera en Cisjordania. “Ni en Cisjordania ni en Gaza existe una visión real ni voluntad de alcanzar una solución política al conflicto”, constata, habida cuenta de que “Israel sigue confiando principalmente en sus fuerzas militares y medidas de seguridad, al tiempo que amplía su control sobre el terreno” y, al mismo tiempo, de que “la división palestina continúa y sigue sin existir una visión compartida entre los actores palestinos”.