Santiago Spigariol nació en Viedma y creció con una certeza: quería dibujar. A los cinco años, cuando Argentina ganó el Mundial de 1986, descubrió su primera gran inspiración: Diego Maradona. Ese gesto espontáneo de felicidad compartida se volvió con el tiempo una forma de arte y de vida. Hoy, sus murales se multiplican en distintos países y su mensaje sigue siendo el mismo: «Se hace, se aprende».

Ese fue el punto de partida de una historia artística que no dejó de crecer. Primero fue el homenaje infantil al ídolo; luego, en la adolescencia, la rebeldía de Diego lo inspiró por sus gestos, sus frases y su actitud frente al poder. «Y ya de grande, también por sus posturas frente a la vida», resume.

De Viedma a Buenos Aires, y de ahí al mundo

Cuando terminó la secundaria, Santiago se

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