Cádiz se encuentra en una península rodeada por la Bahía y el mar, con un número limitado de accesos terrestres hacia la ciudad. Durante décadas, los puentes y vías existentes soportaron un flujo creciente de vehículos, generando congestión y afectando tanto los desplazamientos diarios de los residentes como el transporte de mercancías. Esta situación hizo evidente la necesidad de una infraestructura adicional que ofreciera un acceso alternativo y mejorara la conectividad con el área metropolitana.
El crecimiento urbano de Cádiz y de municipios cercanos, como Puerto Real, El Puerto de Santa María o San Fernando, aumentó la presión sobre los accesos tradicionales. En respuesta, se proyectó un puente capaz de absorber gran parte del tráfico, reducir retenciones y facilitar la circulación de vehículos pesados y ligeros. Diez años después de su inauguración, esta infraestructura se ha consolidado como un elemento clave para la movilidad, la logística y la planificación territorial en la Bahía de Cádiz.
Puente de la Constitución de 1812
El Puente de la Constitución de 1812, conocido como “Puente de La Pepa”, conecta Cádiz con su área metropolitana y ofrece un acceso adicional frente a los puentes históricos de la ciudad. La estructura se extiende por 3.092 metros y se sostiene sobre 34 pilas y dos torres, de las cuales nueve pilas y una torre se encuentran en el mar.
Esta disposición permite mantener un enlace estable y continuo, garantizando la conectividad en una zona donde las vías terrestres son limitadas por la geografía. Además, el puente es el segundo de mayor gálibo vertical del mundo, solo por detrás del Puente de Verrazano Narrows en Nueva York, y supera al Puente Golden Gate de San Francisco, permitiendo el paso de embarcaciones de gran tamaño por debajo.
El tablero del puente se organiza en cuatro tramos principales. El viaducto de acceso a Cádiz, construido con hormigón y acero, tiene 581 metros de longitud y una luz de hasta 75 metros entre apoyos. La sección atirantada, que constituye la parte más singular de la obra, mide 1.180 metros, con una luz libre entre pilonos de 540 metros, la mayor de España y la tercera de Europa. Los pilonos alcanzan los 185 metros y sostienen los tirantes de acero que mantienen el tablero elevado, ofreciendo un gálibo vertical de 69 metros para permitir el paso de embarcaciones de gran calado.
A esta sección se suma un tramo desmontable, diseñado para elevarse mediante grúas cuando es necesario que barcos de mayor altura transiten por la bahía. Por último, el viaducto de acceso a Puerto Real se extiende por 1.182 metros y cuenta con un tablero de hormigón pretensado fabricado “in situ”, completando el eje de transporte de la infraestructura.

Desde su apertura en septiembre de 2015, el puente es utilizado por más de 25.000 vehículos cada día. Este volumen representa alrededor del 57 % del tráfico que accede a Cádiz desde municipios cercanos, aliviando la presión sobre los puentes existentes, como el Carranza, y mejorando la circulación en la avenida principal de entrada a la ciudad. La infraestructura permite que tanto el tránsito de vehículos ligeros como pesados se distribuya de manera más equilibrada, reduciendo las retenciones de tráfico.
La gestión del puente incluye medidas de seguridad y mantenimiento. Se realizan inspecciones periódicas de la estructura y del mecanismo de apertura del vano central, asegurando la integridad de la obra frente a las condiciones climáticas propias de la región, que incluyen viento fuerte, mareas altas y la exposición al ambiente salino del entorno costero. Estas acciones permiten que la infraestructura mantenga su operatividad de manera continua y que el tránsito marítimo y terrestre coexista sin interrupciones.

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