Ocho días duró el viaje en la carbonera del barco Sordwagen. La capacidad de la nave estaba completa y el capitán ofreció, como única posibilidad, cumplir el trayecto en el depósito de combustible.
El deseo de abandonar la isla, para cumplir con un contrato artístico, los llevó a aceptar la propuesta y destinaron el poco dinero que tenían a comprar naranjas, pan y queso, para sobrevivir a la travesía. Partieron del puerto construido en la desembocadura del río Ozama, en la capital dominicana.
Durante el recorrido, una amenazante tempestad obligó a realizar una parada forzosa en Curazao. Fue la oportunidad de tocar en público y aprovechar el pago, para comprar los trajes que utilizarían como uniformes. De regreso a la bodega, continuaron ensayando en la sala de máquinas.
El 31 de diciemb

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