A Natalia Menéndez la llevan llorando desde que el pasado sábado sufrió una puñalada mortal, pero la sinrazón de su fallecimiento ha llenado de pesar a un concejo, el del Candamo, que este lunes arropó a la familia en el último adiós a la joven en la Iglesia de Santa María de Grullos.

Todavía quedaban lágrimas, sobre todo de su madre y de su tía que, presa de la emoción, tuvo que ser asistida durante la misa por el eterno descanso de su sobrina de veinte años. Para ellos habían dejado libres los bancos delanteros del pequeño templo, que desde media hora tenía ya ocupados todos los asientos traseros por las vecinas de mayor edad. No hubo sitio para todos, ni siquiera permaneciendo de pie, por eso el exterior fue una prolongación de una contenida despedida religiosa.

Lo fue desde el primer

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