Desde hace seis años , Jesús Felipe Domínguez Ruíz ha encontrado en los cruceros de la ciudad un escenario abierto donde el semáforo marca no solo el ritmo del tráfico, sino también el pulso de su vida. Todos lo conocen como 'El Caborca' , un joven artista circense que aprendió a dominar el diábolo el yoyo chino hasta convertirlo en su herramienta de trabajo.
Su rutina inicia antes de que el sol termine de subir. Revisa su equipo, limpia el diábolo y practica un par de trucos que ya forman parte de su sello: lanzamientos altos que parecen desafiar la gravedad y giros que ejecuta con una precisión que sorprende a quienes se detienen a observarlo. No tiene reflectores ni telón de fondo ; solo el asfalto caliente, el ruido de los motores y unos cuantos segundos mientras el semáfo

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