La propuesta de adelantar al 2027 la revocación de mandato a nivel federal ha llamado la atención y no por las mejores razones. Estos ejercicios de democracia directa pueden tener muchos beneficios, claro, siempre y cuando se reúnan ciertas condiciones. La participación ciudadana además de servir para formar los órganos de gobierno -a través del voto-, en ocasiones también sirve para terminarlos de manera anticipada. Es el caso de la revocación de mandato. Su lógica parece impecable: si la ciudadanía elige, también debe poder destituir. El voto deja de ser un cheque en blanco y se convierte en una relación vigilada.
Buena parte de la sociedad siente que sus gobernantes no cumplen, no escuchan, y se alejan del interés común. La corrupción y la distancia entre electores y electos alimentan

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