Por: Daniel Santos Flores 19/11/2025 08:10:00
Hay personas que viven de fabricar agravios. Ahí está su negocio, su presencia pública y su falsa calidad moral. Paulo Díez Gargari pertenece a esa especie rara de abogados que no litigan, sino que administran encono; expertos en convertir derrotas personales en campañas sociales y en presentarse como víctimas mientras dañan y se esconden.
Y lo hace con una habilidad peculiar: financiado por quienes lo contratan como mercenario, siempre del lado del ruido, jamás del lado de la verdad.
Las peleas de Paulo no nacieron de una causa justa, sino de un negocio fallido. Cuando Infraiber, firma a la que representaba, no pudo concretar un contrato millonario en el Estado de México porque OHL se negó a pagar costos inflados por el aforo vehicular

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