Washington. - El presidente Donald Trump denunció que los llamamientos a favor de la publicación de los archivos Epstein eran un engaño demócrata. Envió a sus colaboradores a advertir a los republicanos que respaldarla sería visto como un “acto hostil”. Realizó llamadas personales a los que se atrevieron a hacerlo, e incluso envió a su fiscala general y al director del FBI a reunirse con una de ellos en la Sala de Crisis de la Casa Blanca, para intentar hacerla cambiar de opinión.

Al final, nada de eso funcionó. Y el domingo por la noche, Trump hizo algo que rara vez se ha visto obligado a hacer: cedió ante la presión de su partido y pidió a los republicanos de la Cámara de Representantes que siguieran adelante y respaldaran un proyecto de ley que ordenaría a su Departamento de Justicia

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