El retorno de miles de migrantes a Guatemala, muchos de ellos deportados desde Estados Unidos, convierte en un reto su reintegración social y económica, estigmatizados por no haber logrado el sueño migratorio, pero enriquecidos al mismo tiempo de experiencias laborales y formativas que podrían beneficiar a sus comunidades de origen.
Solo entre enero y noviembre de este año se produjeron más de 46.300 retornos, según datos del Instituto Guatemalteco de Migración (IGM), de ellos más de 40.400 lo hicieron vía aérea desde Estados Unidos.
Ante estas llegadas, y con las limitaciones estatales para ofrecer una reinserción sostenible, organizaciones no gubernamentales y autoridades locales de Guatemala han comenzado a articular modelos de inclusión destinados a capitalizar el talento humano, téc

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