“Por tradición, por la religión, para honrar a Franco”. Luis –nombre supuesto, casi nadie quiere dar el suyo real aquí– viene al cementerio de Mingorrubio, en Madrid, cada 20N desde que recuerda a honrar al dictador. Es uno de los pocas personas, no llegan a tres decenas, que se han acercado a El Pardo con motivo del 50 aniversario de la muerte de Francisco Franco convocados por el Movimiento Católico Español. Pero cada año acuden menos personas a estos homenajes: en el cementerio había este jueves más periodistas, incluidos medios japoneses, franceses o alemanes, que nostálgicos.

Los pocos que han acudido lo han hecho rezongando contra la prensa, lamentando la alta presencia de medios, que no se respete “la libertad” y, algunos, amenazando con denunciar a quien sacase sus caras en televisión. Con simbología evidente franquista apenas había una decena de personas: banderas preconstitucionales –“qué bonita es el águila de San Juan”, dirá alguien“– o la cruz de Borgoña son los motivos más habituales. Pasadas las 13 horas José Luis Corral, líder del convocante Movimiento Católico Español, realiza la ofrenda floral, dedica unas palabras al público asistente loando a Franco y cargando contra todo el sistema actual, incluido el ”traidor“ –esto lo dice alguien del público– rey Juan Carlos y el acto acaba con el público cantando el Cara al Sol , himno de la dictadura, con el saludo fascista del brazo en alto, que según Corral es un ”símbolo de paz“ que muestra que uno va desarmado, frente al hostil puño en alto republicano.

Un momento del acto de homenaje a Franco frente a su mausoleo.

La Ley de Memoria Democrática impide –sobre el papel– actos como el realizado este jueves en Mingorrubio. “Se considerarán actos contrarios a la memoria democrática la realización de actos efectuados en público que entrañen descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas o de sus familiares, y supongan exaltación personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra o de la Dictadura, de sus dirigentes, participantes en el sistema represivo o de las organizaciones que sustentaron al régimen dictatorial”, dice el artículo 38 . Durante el acto no hay rastro de policía nacional. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sostuvo hace apenas tres semanas: “Ninguna democracia, y menos la nuestra, honra a golpistas”. Pero sí permite que algunos lo hagan.

“Si hace falta otro golpe...”

“Gracias Franco por haber salvado a España, ayúdanos desde el cielo, que es dónde estás, y salva a España”, dice Almudena frente al mauseleo tras depositar unas flores. ¿Salvarla de qué?, le preguntan los medios. “Salvarla del comunismo”. ¿Ayudarla cómo, con otro golpe de Estado? “Si hace falta...”. Su acompañante añade un comentario que se repite en los pequeños grupos que se juntan en torno a la tumba de Franco. “La guerra había empezado antes”. “En el 34”, dice otro. “Hay que conocer la historia, empezó con la revolución minera, que el PSOE apoyó”. Otros se retrotraen aún algo más y fijan el inicio de la guerra el 14 de julio de 1931, día que se proclamó la II República

Los nostálgicos, una mayoría de elevada edad, unos cuantos rondando los 40 o 50 y dos o tres veinteañeros, establecen un paralelismo entre lo que pasó entonces y lo que está sucediendo ahora. “Es lo mismo otra vez”, dice una señora. Entonces, dicen, el golpe fue culpa de la República. Hoy el Gobierno lleva el mismo camino, según su visión.

Juan –tampoco ofrece su apellido– cuenta que pasa cada día por el mauseleo como parte de su paseo y lamenta que “no viene nadie nunca”. “Solo está el guardia del cementerio. El Gobierno decía que no lo quería traer aquí porque iba a venir mucha gente, pero realmente iban más al Valle de los Caídos”, asegura. Un pensamiento parecido expresa Onésimo –un pseudónimo–, que acude cada 20N a limpiar el mausoleo y colocar algunas flores. “Nadie más lo hace”, cuenta.

El Gobierno, inmerso en la conmemoración de los 50 años de la muerte de Franco, ha mostrado públicamente su preocupación por el auge de la ultraderecha. “Más de una quinta parte de los españoles y españolas piensa que la dictadura de Franco fue buena o muy buena”, recordó el presidente en un acto de homenaje a víctimas de la dictadura . “Este terrible dato es el resultado también del revisionismo que busca enturbiar nuestra historia para nublar nuestro presente, particularmente a las generaciones más jóvenes, y que anula nuestro futuro. Algo así no pasa por accidente ni tampoco por casualidad”. Pero cada 20N se celebran un puñado de actos que honran la dictadura y al dictador.

Tras la arenga (no a las masas, que no había), el Cara al Sol, la ofrenda floral y las fotos posteriores de rigor, los últimos presentes han pasado “a honrar a Carrero Blanco”, cuya tumba también está en Mingorrubio. Menos de una hora después de empezar el cementerio vuelve a su calma habitual, con apenas algunos periodistas grabando sus piezas para los telediarios y un último fascista increpando a los medios a gritos. Entre todos, la más atacada es la periodista de La 1, que aguanta con una sonrisa las increpaciones.