La facultat d'Informació i Mitjans Audiovisuals de la Universidad de Barcelona (UB), junto al colectivo de mujeres profesionales del sector Dones Visuals, ha presentado un estudio pionero en la sala de actos del centro en el que pone en evidencia a la industria audiovisual catalana por, en palabras de sus autoras, “carecer absolutamente de medidas para contrarrestar las violencias de género y las desigualdades y exclusión de mujeres en general, y en especial de las pertenecientes a la minoría LGTBI, las racializadas y las que sufren alguna discapacidad.

Hablan las investigadoras de una violencia que se ejerce en todos los ámbitos, desde camerinos, vestidores o salas de montaje, a los rodajes e incluso en los despachos y en la burocracia. El estudio concluye que “las dinámicas del sector audiovisual catalán provocan violencias y exclusión de profesionales que escapan a la norma”. Estas personas, en la mayor parte de los casos ven truncadas sus carreras, cuando no abandonan el sector y buscan refugio en otro ante la agresividad del medio hacia ellas.

Como novedad, el estudio no trabaja con datos numéricos y estadísticas, sino que se presenta como un estudio de campo en el que se han realizado entrevistas a 52 profesionales del sector que atendieron al reclamo de las investigadoras asegurando, y compartiendo posteriormente, sus experiencias, que aportan así un retrato de mucha mayor profundidad que los estudios basados en la recolección y análisis de cifras.

Adicionalmente, las autoras han querido destacar que es el primer estudio en España que se realiza desde una perspectiva de género interseccional, que aborda, por tanto, no solo las problemáticas de ser mujer en este sector, sino que añade a la misma distintos planos identitarios, como son la disidencia LGTBI, la raza o posibles discapacidades. De este modo han pretendido que el trabajo se acerque más a la realidad de muchas de las personas que sufren estas violencias y desigualdades en el sector.

Una responsabilidad formativa para la universidad

Miquel Térmens, decano de la facultad, ha presentado a las autoras explicando los motivos la implicación de la UB en el estudio. “Formamos a futuros profesionales de este ámbito y por tanto nos interesa mucho que estos adquieran e interioricen unos valores que queremos que apliquen a la industria”, ha dicho. “No podemos incidir en el presente, pero queremos incidir en el futuro con los nuevos titulados”, ha agregado Térmens, que ha destacado la colaboración de la institución con Dones Visuals, una asociación de la que ha destacado que “lleva años trabajando por la igualdad de las mujeres dentro de la industria audiovisual”. Finalmente, ha calificado dicha industria de “muy poco igualitaria comparada con otras industrias”.

Por su parte Carme Puche, portavoz de Mujeres Visuales, ha explicado que la organización, nacida en 2017, “desde el primer día ha querido ser un espacio de encuentro, debate e incidencia política”. En este sentido ha incidido que no solo buscan una reflexión, sino también “ser una plataforma de acción para mujeres e identidades disidentes de género que desarrollamos nuestra carrera dentro del audiovisual”.

“Hoy somos casi mil socias”, ha destacado Puche. “Esto significa que somos una parte de la industria importante y que representamos a un espacio vulnerable y en muchas ocasiones discriminado”, ha agregado antes de afirmar que su objetivo como colectivo es “revertir estas desigualdades históricas que impiden que nuestro sector sea realmente plural, justo y representativo”. En este sentido, ha hecho hincapié en que la cifra de 52 mujeres que han atendido al reclamo para contar las violencias sufridas es realmente alta y alarmente si se compara con la media de atendentes en este tipo de trabajos de campo. “Normalmente, estos estudios terminan teniendo como mucho 10, 15, 20, 20 experiencias”, ha apostillado.

Falta de medidas por parte de la industria y las administraciones

También ha desvelado que muchas de las entrevistadas se han visto expulsadas del sector a causa de las violencias que sufren. “Por tanto el estudio invita a dejar de creer que hay una serie de personas que no acceden a esta industria por desinterés y empezar a entender que sí estaban, o han estado, dentro del sector y han sido expulsadas”. Finalmente ha destacado que además de las violencias físicas y sexuales, el estudio desvela otras más invisibles que van desde la explotación laboral a la inaccesibilidad injustificada a determinados puestos o grupos de trabajo para las personas no normativas.

Puche ha parafraseado a la investigadora y docente Danielle Almeida cuando dice que “una institución que no incorpora medidas de inclusión perpetúa facto de facto un sistema excluyente” y ha cerrado su intervención pidiendo medidas reparadoras o de prevención, que, ha asegurado “en estos momentos en la industria son prácticamente inexistentes”. “La responsabilidad de revertir esta situación no puede recaer únicamente en las profesionales que la sufren, porque en realidad se convierte en una doble violencia: la que se sufre y el hecho de que tú estás sola para poder defenderte”, ha concluido.

Seguidamente Maria Jose Masanet, profesora de esta facultad y una de las autoras de la investigación, ha explicado que el estudio se empieza a gestar en 2023, “cuando Dones Visuals quiere hacer una radiografía interseccional del sector”. Es decir, entender quiénes son las personas o colectivos que están más infrarrepresentados dentro del sector audiovisual. Para aquella radiografía, la asociación contó con datos de diferentes instituciones como la Academia del Cine Catalán a través de los Premios Gaudí, así como con datos de la propia entidad, del Instituto Catalán de las Empresas Culturales y también con una encuesta que impulsó el propio colectivo.

Explica Masanet que los resultados de aquella primera radiografía mostraron que existe una infrarrepresentación de profesionales con discapacidad, LGTBI y racializadas. “A partir de esta radiografía cuantitativa que nos dice lo que está ocurriendo, nos preguntamos por qué está ocurriendo esto”, apostilla la docente, que subraya que “los datos que desvela la radiografía demuestran algo, pero no nos dicen el porqué y cómo está pasando ese algo”.

Es muy importante destacar que este es un estudio cualitativo“, insiste Masanet, para poner en valor las historias que ofrecen las entrevistas a las 52 profesionales entrevistas, que aportan una explicación tanto de las causas como de las dinámicas que llevan a las violencias que la estadística no puede aportar. A este respecto, explica que con las 35 primeras entrevistas ”ya pudimos establecer unos patrones claros de las dinámicas, de modo que en las siguientes vimos que se repetían los protocólso de violencias“.

Entrevistas en entornos seguros y conclusiones contrastadas con las víctimas

Por otro lado, Masanet ha revelado que las entrevistas se realizaron en entornos seguros para las profesionales, protegidas de las personas del sector que podían actuar contra ellas de saber que relataban su experiencia. Además, no se grabaron las conversaciones, sino que se tomó nota manual de ellas y después se contrastaron con las entrevistadas para verificar tanto los hechos apuntados como las conclusiones del estudio. Además, según la autora, se han empleado formatos secuenciales de entrevista, de forma que se ha utilizado un formato estándar para cada caso.

Entre las violencias detectadas por el estudio, Masanet destaca “desde violencias físicas y sexuales o verbales a la homogeneización, la segregación, el encasillamiento, la falta de accesibilidad y el no welcome , el cuestionamiento, la condescendencia, el paternalismo o las violencias burocráticas y económicas”.

Finalmente, ha intervenido Salima Jiraji, coordinadora del estudio junto a Masanet, que ha explicado las distintas casuísticas que afectan a las entrevistadas. En el caso de personas con discapacidades, por ejemplo la sordera, denuncian la falta de medidas que faciliten su accesibilidad e inclusión, lo que termina expulsándolas del sector por imposibilidad de acceso a sus capacidades.

También ha hablado de violencias invisibles. “Si entráramos en las violencias más sutiles, por ejemplo, encontramos la segregación o el encasillamiento, que es algo que apuntan muchas profesionales entrevistas”, ha dicho Jiraji. “Aquí encontrábamos varios tipos”, ha proseguido: “Por un lado, a las creadoras que nos explicaban que habitualmente son menospreciadas en su capacidad y también que cuando proponen o intentan levantar proyectos que no responden al imaginario blanco occidental, estos proyectos no tienen cabida”.

Y cita casos de LGTBI fobia como el de una profesional transgénero a la que sus compañeros se han negado repetidamente a llamar por su actual nombre, o el de una mujer que fue rechazada al optar a un puesto y se le arguyó que la causa era que “era demasiado lesbiana”. “También detectamos casos de xenofobia, donde diferentes personas entrevistadas explican, por un lado, las trabas legales a las que se enfrentan, así como la imposibilidad de acceder a las subvenciones y ayudas para sus proyectos, algo que en nuestra industria es determinante para poder levantar un proyecto”.