Esa húmeda y fría madrugada del jueves 20 de junio, que marcaba el inicio oficial del invierno uruguayo, Patricia Amaral se despertó sobresaltada por una ráfaga de balazos. Se asustó, pero no se sorprendió. Lamentablemente, era un sonido común en su barrio, Cerro Norte, donde los ladridos de los perros se confunden con los disparos y cualquier rotura con orificios de una 9 milímetros. Lo que no imaginó en ese momento es que al que estaban acribillando era su hijo, Arturito “el Chileno” Espinosa.

Espinosa es uno más de los 277 asesinados entre enero y septiembre de 2025 en Uruguay, un país que, según su ministro del Interior, Carlos Negro, registra “tasas epidémicas” de homicidios. El índice es de 10,7 por cada 100.000 habitantes, uno de los más altos de la región. Pero en Montevideo esa c

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