Las amistades siempre han tenido reglas propias, pero en la era digital han mutado a un ecosistema tan extraño como hermoso. Ya no hace falta hablar todos los días ni verse cada semana.

Tampoco se necesitan conversaciones profundas para confirmar el afecto. Hoy, los mejores amigos se reconocen en los detalles más simples: un meme enviado a las 11 de la noche, un “ esto me recordó a ti ”, un sticker absurdo que solo ambos entienden, un audio de diez segundos que parece nada pero significa “ estoy aquí ”.

La amistad moderna se mantiene suspendida sobre una red de pequeños gestos digitales que construyen un vínculo real.

Es curioso: pasamos semanas sin ver a ciertas personas, pero sentimos su presencia diaria porque comparten con nosotros basura de internet, videos irrelevantes o chis

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