En el barrio del Putxet de Barcelona, un pequeño ático de apenas sesenta metros cuadrados se transforma en un recorrido sensorial donde la geometría alargada deja de ser una limitación para convertirse en el hilo conductor de una reforma cuyo objetivo principal era optimizar el espacio y trasmitir acogimiento. La interiorista Cristina Cirera, que firma la reforma, define su trabajo como la creación de escenas capaces de emocionar. La clienta, de origen libanés y amante del Mediterráneo, quería un hogar donde el lujo conviviera con la calidez, con materiales nobles como los mármoles y un toque inspirado en los riads marroquíes, que inspiró discretamente las formas curvas de algunas estancias y las puertas correderas.

La vivienda se organiza en un recorrido por capas que guía al visitante d

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