Uno de los grandes problemas de 'Wicked', estrenada el pasado año por estas fechas, era su excesiva duración. La cinta, que adaptaba el primer acto del musical homónimo, una suerte de precuela de 'El mago de oz' que vio la luz de la mano de Stephen Schwartz y Winnie Holzman en 2003, duraba 2 horas y 40 minutos, cuando el conjunto de la obra, con los dos actos, no supera las 2 horas y 30 minutos.

El resultado era una película muy cuidada a nivel estético, si es que los tonos pastel se encuentran entre tus preferidos, con una gran dirección artística -llegaron a plantar hasta nueve millones de tulipanes para dar vida a la Tierra de los Munchkins- y unos números musicales decentes, pero a la que le costaba horrores entrar en materia y, cuando lo hacía, llegaba el fundido a negro. Pese a ello

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