“Un gesto político revolucionario”. Así ha definido este viernes Felipe VI el “respeto mutuo” que, ha asegurado, permitió la Transición española a la democracia “finalizada la dictadura del General Franco en 1975”. Un proceso que se asentó, según ha dicho, en la “firme voluntad” de “la Corona”. El rey ha puesto en valor a la institución monárquica. Y, después de ella, el papel de quien en aquel momento la personificaba: su padre, Juan Carlos I, ausente en los fastos del 50 aniversario de su coronación . El jefe del Estado ha contrapuesto aquella fase con la situación actual: “tiempos en los que el desacuerdo se expresa con crispación.. 

Fue su padre, Juan Carlos, quien asumió la Jefatura del Estado. En el 50 aniversario de la restauración borbónica, y con la notable ausencia de su predecesor en el trono, el rey ha impuesto a su madre, Sofía de Grecia, el principal galardón que otorga la monarquía, el Toisón de Oro. 

El motivo: “Una vida entera de servicio ejemplar y de lealtad a España y a la Corona, apoyando con convicción al rey Juan Carlos en su acertada y temprana apuesta por la apertura democrática y las libertades. La figura de la reina Sofía, forma parte también de la memoria afectiva de la España democrática”.

Junto a ella han sido igualmente galardonados los dos redactores de la Constitución que todavía viven, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y Miquel Roca, además del expresidente del Gobierno Felipe González por el ingreso de España en la CEE.

Al evento han acudido representantes del ala socialista del Gobierno, con Pedro Sánchez a la cabeza, el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, y altas instituciones del Estado, como el presidente del Tribunal Constitucional o la del Tribunal Supremo. Entre las ausencias más destacadas, las de los ministros de Sumar. Y la del fiscal general del Estado, cuya condena por participar en la filtración del correo de la pareja de Isabel Díaz Ayuso se hizo pública ayer mismo .

La propia Ayuso ha faltado a la cita. También el presidente valenciano en funciones, Carlos Mazón, la presidenta de Navarra, María Chivite, y el vasco, Imanol Pradales.

En un discurso en el Palacio Real, ha destacado sus servicios, “todavía hoy”, a “España y a la Corona”. Una “Corona” a la que ha hecho depositaria de la “firme voluntad” de “contribuir decisivamente a abrir en nuestro país el camino hacia la democracia”. “La monarquía asumió entonces un papel claramente activo” en la Transición, ha dicho. “Ese impulso inicial, esencial, hizo de la institución el catalizador clave que permitió encauzar y orientar el proceso de transformación democrática”.

Felipe VI ha destacado así la labor de “la institución” monárquica en aquel proceso, por ejemplo como “vertebradora y garante de estabilidad” y que “supo acompañar, con sentido de Estado y compromiso con el bien común, las transformaciones políticas y sociales que, impulsadas por la demanda ciudadana, permitieron instaurar un sistema democrático”.

La “ejemplaridad”

A Juan Carlos I le ha reconocido también su papel, más circunstancial: el de “actuar con 'generosidad', 'altura de miras' y la voluntad de alcanzar un 'efectivo consenso de concordia nacional”. Un “impulso inicial” que “hizo de la institución el catalizador clave”.

La institución por delante de la persona que la encarnaba, y que hoy vive desterrado en Abu Dabi. Su papel en los fastos por el medio siglo de su propia coronación se limitará a acudir al “almuerzo privado” que el rey celebrará el sábado en el Palacio de la Zarzuela.

Una Corona que, ha dicho, está “comprometida con el servicio a la nación” y es “sabedora de que la confianza democrática se sostiene sobre la ejemplaridad”. Una referencia al buen comportamiento que Felipe VI ha reiterado dos veces en un discurso de cuatro páginas: “La monarquía reafirma su sentido cuando la ejemplaridad se traduce en un ejercicio constante de coherencia con los principios y valores de la sociedad a la que sirve”.

“Crispación”, medio siglo después

Felipe VI ha reconocido que “la Transición no fue perfecta” por “el vil azote de la violencia terrorista y extremista”. Pero ha reclamado a los políticos que se fijen en lo que pasó en España hace medio siglo: “En tiempos en los que el desacuerdo se expresa con crispación, mirar hacia ese periodo puede servirnos, no para idealizarlo, sino para recordar su método: la palabra frente al grito, el respeto frente al desprecio, la búsqueda del acuerdo frente a la imposición”.

El rey ha reclamado “diálogo y moderación”, como entonces, y ha dicho que los políticos de la Transición nunca tuvieron como “prioridad” la “victoria ideológica, sino el pacto y la convivencia”.