Por: Toribio Azuaje

«Solo le pido a Dios

que la guerra no me sea indiferente,

es un monstruo grande y pisa fuerte

toda la pobre inocencia de la gente.»

León Gieco

Uno de esos seres que deambulan a diario por las calles y que al pasar del tiempo se convierten en parte de la historia de los pueblos, pasa cada día ofreciendo sus servicios para hacer mandados e ir a comprar cualquier cosa que alguien lo requiera. Una cuenta de pan, el pago de la electricidad, el recibo del agua, una copia de llave, cualquier cosa puede encomendársele, y él, juiciosamente, con comprobada honestidad cumple con la encomienda sin cogerse una puya. Así transcurre su tiempo y su vida en La Ciudad Marquesa. A ese señor de quién les hablo, que aparenta desconocer lo que ocurre a su alrededor, le escuché decir, r

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