El 20 de noviembre, Día Internacional de la Filosofía, ofrece cada año la oportunidad de pensar no tanto por qué la filosofía sigue siendo necesaria, sino cómo lo es hoy. Los tiempos de la filosofía han cambiado. No porque se haya vuelto menos rigurosa —la verdadera filosofía nunca deja de serlo—, sino porque el mundo le exige ahora una forma adicional de presencia.
A lo largo de la historia, muchos filósofos fueron, antes que nada, divulgadores: escribían para su tiempo, buscaban hacerse oír más allá de los círculos académicos. Lo que hoy cambia no es esa vocación pública, sino las condiciones que la hacen posible. En un mundo saturado de información (y desinformación), donde el ruido amenaza con ocupar el lugar del pensamiento, el reto de la filosofía es hacerse escuchar sin traicionars

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