Kayla comenzó a consumir fentanilo cuando tenía 18 años en Carolina del Norte, Estados Unidos. Su vida, marcada por un entorno difícil y episodios de desesperación, cambió para siempre desde el primer contacto con la droga .
“Sentí que las voces en mi cabeza se silenciaron por completo. Me volví adicta en el acto ”, recordó a BBC . La joven no sabía qué contenía cada pastilla azul que llegaba a sus manos, ni si alguna podría causar su muerte. Como millones de personas atrapados en la epidemia de opioides, Kayla vivió cada día bajo la amenaza real de una sobredosis fatal.
El fentanilo —un opioide sintético hasta 50 veces más potente que la heroína— transformó el panorama del consumo de drogas en Estados Unidos desde la década pasada. Gran parte del fentanilo ilícito se fabr

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