“Tenía mi botella, me iba al rincón y a ver; a mí me encantaba bailar”, recuerda Verónica Castro de sus veladas en el Baby’O, uno de los antros más conocidos de Acapulco en los últimos 50 años.
Ahí, afuera, Emmanuel bajaba a comer esquites; Ana Martín salía hasta las siete de la mañana y Luis Miguel no dejaba de ir cada que podía, que era muy seguido.
La discoteca abrió en 1976 y, durante las primeras semanas, nadie se paró en el lugar; solo se llenaba cuando había conciertos como el del grupo Tabares . Y cuando uno de los dueños quiso tirar la toalla, ante el nulo impacto, le dijo a Dios que ya había entendido la indirecta y que ese no era el camino.
“Entonces comenzamos a regalar las botellas a quienes iban, al día siguiente fueron más y así”, recuerda Rafael Villafañ

El Universal Espectáculos

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