Los claroscuros de otras épocas aún nos convocan. Es curioso, no sentimos añoranza por un tiempo ido que a veces exponía grietas penosas, pero sí nos detenemos a experimentar qué percibíamos, qué aprendimos, cómo no nos dimos cuenta. Y quizás la nostalgia y el enojo se entrelacen en un todo no racional. Así somos los humanos, incoherentes.

Hace poco me visitó una compañera de la escuela primaria. Hacía décadas que no nos veíamos. Charlamos. Lo vivido brillaba todavía con una claridad que nos sorprendió. Entre imágenes que van y sensaciones que vienen surgieron dos vestigios que ambos conservábamos. Ella tenía memoria de una parte, yo de otra . Hablamos de esa escuela en el macrocentro rosarino, pública pero a la que iban hijos de profesionales y académicos. Altri tempi . Uno de ellos,

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