La crisis energética de Cuba entra en una fase crítica ante la brusca caída de las importaciones de combustible, un desplome que ha reducido drásticamente la capacidad de la isla para sostener su generación eléctrica diaria. El ángulo central del problema —la pérdida acelerada de proveedores confiables— quedó expuesto en nuevos datos marítimos y documentos internos que muestran una reducción de más de un tercio en las compras de crudo y derivados durante los primeros diez meses del año. La dependencia estructural de Cuba de combustibles importados, combinada con sanciones de Estados Unidos y una economía sin oxígeno, ha dejado al Gobierno sin herramientas para contener los apagones que ahora golpean incluso a La Habana.
La contracción en los envíos desde México confirma el deterioro del p

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