Ahora mismo los mejores y más avezados oficiales de la inteligencia cubana deben estar volando a Caracas. El ruido de la prensa internacional sobre una posible conversación de Nicolás Maduro con el presidente Trump los debe traer de cabeza.

Si realmente el dictador venezolano contempla una fuga a Qatar, (como anuncia un testigo protegido desde su refugio en Estados Unidos), estaría condenado a muerte al régimen de La Habana.

A todas luces Washington le ha trazado una marca de tiza en el calendario y el antiguo chofer sabe que debe decidirse antes del 24 de noviembre: O se inmola a lo mártir y espera los bombardeos, o se larga a un retiro dorado con garantías “Made in USA” de que no lo irán a buscar a su escondite.

Tengo un desconfiado en el barrio que cree que todo es un plan para ganar

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