El pasado sábado 15 de noviembre las calles de México se llenaron con la energía vibrante de la Generación Z. Sus voces, firmes y diversas, resonaron en una manifestación que, más allá de sus demandas específicas, nos obliga a una reflexión urgente: ¿cómo aseguramos de que su pasión y deseo de cambio se anclen en principios sólidos y una visión constructiva para el futuro de nuestra nación, sin diluirse en la indignación pasajera?

Un reciente análisis filosófico publicado por este servidor en la revista Dilemas Contemporáneos, denominado “El amor como causa formal, material y eficiente de la educación”, ahonda en la esencia de la pedagogía. Sugiere que la respuesta radica en una comprensión más elevada de la educación.

Esta no es una mera transmisión de habilidades o conocimientos técnic

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