El avance acelerado de la automatización y la digitalización está moldeando un modelo de sociedad que algunos expertos ya califican como una “civilización nihilista”, donde el progreso tecnológico no se traduce en bienestar colectivo, sino en una creciente sensación de vacío social y falta de futuro compartido.

De acuerdo con analistas, estas transformaciones concentran el poder económico y político en manos de una élite cada vez más reducida, capaz de controlar datos, plataformas y sistemas productivos altamente tecnificados. Mientras tanto, amplios sectores sociales quedan excluidos, enfrentando empleos precarizados, oportunidades limitadas y una brecha digital que se vuelve más profunda con cada innovación.

La promesa tecnológica, lejos de democratizar el acceso al desarrollo, está ge

See Full Page