España vivió este 20 de noviembre algo más que una crisis institucional: asistimos a una escena propia de las repúblicas bananeras , donde quien debería responder ante la Justicia se sienta en La Moncloa y quien denuncia el abuso del poder es quien da la cara. Isabel Díaz Ayuso , presidenta de la Comunidad de Madrid, alzó la voz desde la Real Casa de Correos para recordarle al país que aún queda dignidad en la política. Sin preguntas, sin guion impuesto, con hechos y una convicción férrea: no es el fiscal quien está en el banquillo, es Pedro Sánchez .
El escenario político ha quedado marcado por la condena del Fiscal General del Estado , Álvaro García Ortiz, por un delito grave: revelación de secretos. Pero no se trata solo de un escándalo judicial. Se trata de un ataque premeditado desde el poder a un adversario político , utilizando los resortes del Estado como armas personales. Lo que ha quedado en evidencia —y Ayuso no dudó en denunciar— es que la democracia española está siendo pervertida desde dentro , con Sánchez actuando como juez, parte y verdugo de la legalidad.
Con casi una hora de retraso, a eso de las 13.30 horas, y con los focos del día ya apagados, compareció Ayuso en la segunda planta de la sede del Gobierno regional. Lo hizo sin admitir preguntas y con un mensaje claro, directo y demoledor contra el presidente del Gobierno . "La cordura de los españoles no parece asistirle a Pedro Sánchez", sentenció. Y fue más allá: "Estos hechos son propios de una dictadura" , aludiendo a la sentencia firme contra García Ortiz y su relación con Alberto González Amador, pareja de Ayuso y víctima de la maniobra de acoso institucional.
Un ataque a la democracia desde dentro
Ayuso desgranó durante diez minutos lo que muchos ciudadanos ya sienten: el Gobierno ha roto los equilibrios del Estado de Derecho . Denunció que Pedro Sánchez no solo interfiere en la Justicia, sino que la manipula con fines personales. "Dinamita la separación de poderes y se erige en juez y parte" , dijo, recordando cómo la Abogacía del Estado se querelló contra el juez que investiga a su mujer y cómo el Ejecutivo intentó imponer la posición del fiscal al Supremo en plena vista oral.
Todo ello, según Ayuso, envuelto en una red de fontaneros, tramas y periodistas serviles al poder. "No es el fiscal, es Pedro Sánchez quien está en el banquillo" , reiteró. Una afirmación que, lejos de ser retórica, pone el foco sobre el uso partidista de las instituciones y la erosión de la confianza pública en el Estado de Derecho.
Consecuencias para los ciudadanos
Este conflicto no es solo una batalla entre dirigentes. Como bien subrayó la presidenta madrileña, "España no se merece un Gobierno que le mienta, ni que le parta en dos" . La polarización política no es una estrategia más: es el síntoma de un modelo de poder que prefiere el enfrentamiento a la convivencia , la propaganda al servicio público.
Ayuso pidió una reflexión nacional y un nuevo rumbo político . Y lo hizo con el tono de quien comprende que el deterioro institucional ya tiene consecuencias reales: el ciudadano percibe que el Estado está al servicio de unos pocos y que la Justicia ya no actúa de forma independiente .
Una crítica firme desde el constitucionalismo
Desde la pandemia, el pulso entre Sol y Moncloa ha sido constante. Pero con la condena del fiscal, la línea roja se ha traspasado . Ayuso no dudó en calificar este momento como "uno de los más delicados desde 1975" y propuso una nueva etapa de cordura, convivencia y respeto institucional .
Criticó duramente el uso del aparato del Estado para proteger a un presidente acorralado por la corrupción , citando los casos que rodean al PSOE, desde Cerdán hasta Ábalos, pasando por pactos con Bildu o concesiones a minorías radicales. "Sánchez va al choque para que parezca que todo está enfrentado a culpas iguales" , advirtió, desenmascarando la estrategia de confusión deliberada que despliega el Ejecutivo.
Alternativa y esperanza
" España necesita una nueva Transición ", reclamó Ayuso. Lejos de llamar al enfrentamiento, su discurso fue un llamamiento a recuperar la sensatez, la transparencia y la legalidad . La presidenta madrileña mostró el camino para salir del caos político: defender el Estado de Derecho sin complejos , restaurar el respeto entre instituciones y no ceder ante el chantaje de quienes viven del agravio o del victimismo.
Porque, como concluyó con contundencia, "España no quiere bandos" . Quiere estabilidad, futuro y un Gobierno que represente a todos. No a uno que borra pruebas digitales con su fiscal de confianza mientras acusa al resto del país de deslealtad.

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