Las dimensiones del Imperio romano representan uno de los ejemplos más notables de organización territorial de la Antigüedad. Su expansión alcanzó regiones de Europa, el norte de África y Asia Menor, articuladas por una red de calzadas que permitió el movimiento de legiones, mercancías y órdenes imperiales. Esa red se convirtió en el eje logístico y administrativo que sostuvo durante siglos el funcionamiento del Estado más extenso del mundo antiguo, un sistema en el que cada camino servía para conectar el poder de Roma con los territorios más alejados .
La magnitud de esa estructura explica el origen de la conocida idea de que todos los caminos llevaban a Roma, una realidad construida sobre una infraestructura planificada al detalle que generó nuevas rutas, enclaves y ciudades, y que impulsó el comercio y la expansión cultural del Mediterráneo.
Los datos confirman una red jerarquizada y sorprendentemente extensa
El proyecto Itiner-e ha confirmado esa vastedad al identificar casi 300.000 kilómetros de carreteras imperiales , el doble de los registros anteriores. La investigación, publicada en la revista Scientific Data del grupo Nature , ha sido dirigida por especialistas de la Universitat Autònoma de Barcelona y de la Universidad de Aarhus. Su base abarca la totalidad del Imperio en torno al año 150, con un área de casi cuatro millones de kilómetros cuadrados y una población estimada de 55 millones de personas. La novedad reside en la precisión cartográfica , alcanzada gracias a la combinación de datos arqueológicos, epigráficos e imágenes topográficas, que permite situar las calzadas con una resolución entre cinco y 200 metros.
El conjunto total se divide en 14.769 tramos, clasificados en dos grandes categorías. Los principales suman 103.478 kilómetros y constituían la red administrativa y militar. Los secundarios, con 195.693 kilómetros, reflejan la movilidad regional y local que unía pequeñas poblaciones con los ejes estratégicos. Solo un 2,7% de esos tramos se conoce con localización exacta; casi el 90% corresponde a itinerarios con fundamento arqueológico o documental y cerca de un 7,5% procede de hipótesis sustentadas en análisis geográficos. La magnitud del hallazgo duplica la información cartográfica disponible hasta ahora y modifica de forma sustancial el conocimiento sobre el funcionamiento real del Imperio.
El origen de Itiner-e se remonta a un esfuerzo conjunto iniciado en 2020. El equipo coordinado por Pau de Soto concibió el proyecto con el objetivo de crear un mapa digital completo de las vías romanas. Su desarrollo culminó tras cuatro años de trabajo con la integración de información dispersa en publicaciones arqueológicas, archivos regionales y catálogos de museos. El proyecto se apoyó también en estudios precedentes como Mercator-e y Desert Networks , que habían documentado parcialmente áreas de la península ibérica, Grecia y el norte de África.
La metodología se estructuró en tres fases. Primero se identificaron las calzadas a través de fuentes históricas como la Tabula Peutingeriana y el Itinerario de Antonino , además de excavaciones y hallazgos de miliarios. Luego se localizaron espacialmente esos caminos mediante comparación con mapas históricos, fotografías aéreas y misiones de reconocimiento del siglo XX, incluidas las series de vuelos de la USAF y el programa satelital Corona. Finalmente , cada tramo fue digitalizado de forma manual , adaptando su trazado a la orografía real para reconstruir con fidelidad los pasos de montaña, los valles o las rutas fluviales que seguían los ingenieros romanos.
El proyecto incorporó asimismo la base epigráfica LIRE , que contiene 8.388 inscripciones latinas de miliarios distribuidos por todo el Imperio. Estos puntos permitieron afinar la georreferenciación y vincular las rutas a hitos concretos, lo que proporcionó un nivel de fiabilidad sin precedentes . Con este procedimiento se corrigieron errores de mapas previos que representaban líneas rectas atravesando cordilleras o zonas inhabitables.
Las futuras campañas buscan completar las zonas aún desconocidas
Las consecuencias científicas del nuevo mapa son amplias. El modelo digital posibilita cálculos más exactos sobre el transporte de mercancías, los tiempos de desplazamiento militar y la densidad de población a lo largo de las rutas. También ofrece un marco de análisis para estudiar la economía imperial con un detalle imposible hasta ahora , al permitir estimar la pendiente media y la dificultad real de cada trayecto.

Este recurso se ha concebido como una plataforma abierta y actualizable con futuras aportaciones . Los investigadores pueden incorporar nuevos descubrimientos conservando la autoría de sus datos, mientras el público general puede consultarlo libremente en la web itiner-e.org .
Entre las regiones con mayor documentación destacan la Península Ibérica, Grecia y el norte de África, aunque el mapa identifica amplias zonas pendientes de estudio , como el norte de Inglaterra, el Danubio medio, Córcega o Anatolia central. Los autores señalan que esas áreas constituirán la prioridad de las próximas campañas arqueológicas, con el propósito de seguir completando el trazado de una red que fue decisiva para el control político y económico del Imperio . El resultado demuestra que la organización romana de las comunicaciones alcanzó una escala que, dos milenios después, continúa sorprendiendo por su eficacia y por la claridad con la que refleja el dominio territorial de Roma.

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