Parece que estos nuevos tiempos de la política nos traduce supuestos anuncios positivos bajo una pátina de preocupación y morbo. Sin ir más lejos con los ejemplos, hace pocos días, aun saboreando las mieles de un triunfo electoral inesperado hasta para su círculo más íntimo, el presidente se despachó con un aviso alarmante: “Hay que abrocharse los cinturones”.

Y lo más extraño es que pronuncia la advertencia en el marco de un discurso que presupone el inicio de una especie de “segunda fase” de un gobierno en el que en repetidas ocasiones nos avisaron a todos los argentinos que “lo peor ya pasó”.

Queda claro que el mensaje de referencia, que se utiliza habitualmente en la voz del piloto de un avión para prevenir que se viene un momento de turbulencia, en este caso es pronunciado por la má

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