*Por Arturo McFields Yescas
Los dictadores tienen memoria corta. Castro en Cuba y Ortega en Nicaragua, alguna vez fueron estudiantes rebeldes. Años más tarde fueron represores implacables. El poder absoluto los corrompió absolutamente. Claudia Sheinbaum pareciera seguir el mismo libreto.
La presidenta de México tenía apenas 6 años cuando estallaron las protestas de 1968 y la brutal masacre de Tlatelolco. Sus padres protestaron por un México libre y años más tarde, ella también se uniría a las manifestaciones, esas que ahora llama “gritonas” y “violentas”.
La arrogancia del poder. Sheinbaum dejó claro que las protestas no la conmueven. “Creen que nos van a debilitar con esos gritos” “Ustedes creen que esos gritos me van a hacer algo. Estamos muy fuertes”, dijo la presidenta con un prof

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