Japón se posicionó nuevamente en el centro de la atención financiera internacional tras la aprobación de un paquete fiscal sin precedentes. El Gobierno de Sanae Takaichi presentó un estímulo por 21,3 billones de yenes, equivalente al 3,5% del PIB, con el objetivo de enfrentar el repunte inflacionario y estabilizar la economía.
Este paquete, el mayor desde la pandemia, contempla 17,7 billones de yenes en gasto real que incluyen subsidios para energía, medidas para impulsar el consumo y un incremento en el presupuesto de defensa. Según Stephen Innes, de SPI AM, se trata de una “bazuca fiscal” largamente esperada por los mercados. Cerca de 12 billones de yenes estarán destinados a contener los precios, con ayudas específicas para electricidad y gas, además de la suspensión temporal del impue

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