La irrupción masiva de la inteligencia artificial (IA) en las aulas argentinas generó un escenario completamente nuevo para docentes, directivos y familias en los últimos dos años. Mientras los debates públicos se concentran en si esta tecnología ayuda con las tareas o si mejora la productividad escolar, en el día a día de los colegios ocurre algo más profundo y silencioso : los estudiantes ya adoptaron estas herramientas sin ningún tipo de marco, regulación ni criterio pedagógico.

Este fenómeno crece en paralelo a una preocupación central entre especialistas: cómo impacta este uso indiscriminado en los procesos cognitivos básicos.

A diferencia de otras tecnologías que se incorporaron de manera gradual, la IA entró en la vida de los estudiantes con una velocidad inéd

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