Por Oscar del Cueto

En el deporte hablamos de pasión, resistencia, identidad —palabras que también definen a los pueblos indígenas de México, cuyos diseños, trenzados y tejidos han sobrevivido siglos de abandono, desigualdad y discriminación—. Por eso duele —y debe señalarse con fuerza— cuando una de las mayores marcas deportivas del planeta, ésa de las tres rayas que viste a selecciones, clubes y medallistas olímpicos, decide convertir un diseño indígena en un artículo “de temporada”.

Aunque el deporte no parezca el escenario habitual para hablar de huaraches zapotecos, lo cierto es que la cultura no ocurre en compartimentos separados: los símbolos que usamos en los pies para correr, entrenar o competir también cuentan historias. Y esas historias deben ser respetadas, no apropiadas.

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