A Johanna Ortiz le pasa lo que a los artistas con obra compacta y original, fácil de reconocer: sus piezas tienen poco de azar y mucho de labor milimétrica, concebida a fuego lento. Cada prenda es única en un mundo saturado por lo efímero. La caleña está convencida de que la belleza está en lo auténtico, en la inmensidad de la naturaleza y en las emociones.
Su marca es una mezcla de varios ingredientes y su taller una sumatoria de esfuerzos, que afianzan lo que soñó en la adolescencia. Las puntadas y acabados son una metáfora del trabajo de su equipo conformado por más de 400 personas. “2025 ha sido un año de expansión y reafirmación. Consolidamos nuestra presencia internacional. Hoy exportamos el 95 por ciento de nuestra producción y seguimos diseñando desde Colombia con nuestro equipo

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