La promesa de reabrir el Centro de Información a la Mujer (CIM) de Iznalloz que da soporte a 1.400 mujeres de la comarca de los Montes Orientales no se ha cumplido. Aunque desde el Ayuntamiento se prometió la pasada primavera que este servicio, cerrado a finales de 2024, volvería a funcionar antes del verano, los meses han pasado sin avances y con la única certeza de que, como mínimo, hasta 2026, cientos de mujeres que viven en entornos remotos de la provincia de Granada, no tendrán el apoyo que necesitan contra la violencia machista. A pesar de ello, desde el Ayuntamiento de Iznalloz se insiste en la voluntad de abrir un nuevo centro.

Porque el CIM de los Montes Orientales cerró sus puertas el 30 de diciembre de 2024 y, desde entonces, las mujeres que antes podían recibir atención jurídica, psicológica y social en el centro o a través de las itinerancias por los pueblos han quedado desasistidas. La dispersión geográfica, la escasez de transporte público y la falta de recursos hacen que acceder a otros servicios sea casi imposible para muchas vecinas. Todo porque, según el Ayuntamiento de Iznalloz, el resto de pueblos de la comarca no han mostrado el apoyo ni la voluntad económica suficiente para mantener funcionando el centro.

La principal inversión que precisa este CIM ronda los 60.000 euros anuales en salarios, ya que existen instalaciones municipales a coste cero que podrían albergar las oficinas. Sin embargo, como algunos municipios dejaron de aportar a la mancomunidad que estaba detrás de este servicio, esta empezó a acumular deudas que asumía Iznalloz y por las que esta localidad dejó de apostar por esta asociación de pueblos y por tanto por el CIM. Así, desde Iznalloz llevan meses pidiendo un esfuerzo al resto, denunciando que las políticas de la derecha que niega la violencia machista en alguno de estos pueblos tienen consecuencias como el cierre del CIM, y buscando la constitución de una nueva federación de municipios que impulse económicamente al futuro centro.

Un retroceso social

No obstante, desde las asociaciones feministas el malestar es más que evidente. “La reapertura del CIM no es solo una cuestión administrativa: es una obligación moral, social y política con las mujeres de los Montes Orientales”, explica Remedios Moraleda, presidenta de la Federación Comarcal de Asociaciones de Mujeres de Los Montes Orientales. “Su cierre ha supuesto un grave retroceso en materia de igualdad, protección de derechos y lucha contra la violencia machista , especialmente en una comarca rural donde las desigualdades estructurales se acentúan por la dispersión y la falta de recursos”.

De hecho, la clausura también ha acabado con la comunión que había entre las profesionales que integraban el CIM y las mujeres a las que asistían. Eloisa, abogada que trabajó en el centro durante más de cuatro años, describe la realidad a la que se enfrentan estas mujeres: “Las mujeres que no podían desplazarse a Iznalloz ahora se han quedado colgadas. Tuvimos que recoger a algunas a escondidas para llevarlas a denunciar porque los autobuses no llegan y los pueblos están muy aislados. Muchos casos de violencia ni siquiera se denuncian, ni el 10% de lo que ocurre realmente”.

Durante años, el CIM ofrecía un servicio integral y muy cercano. Las profesionales del centro -abogadas, trabajadoras sociales e informadoras- recorrían semanalmente la comarca para atender a mujeres que, por edad, pobreza o falta de transporte, no podían acudir al centro físico. Además de asesoramiento legal y psicológico, el CIM coordinaba la atención a víctimas de violencia de género, gestionaba recursos de empleo y formación, y dinamizaba la vida de asociaciones y colectivos femeninos.

“Era el único centro que trabajaba así en toda la comarca”, recuerda Eloisa. “La experiencia ha sido muy enriquecedora, pero también muy dura. Hemos tenido casos graves de violencia, mujeres con lesiones, amenazas y un aislamiento social extremo. Algunas continuaban en situaciones de riesgo incluso tras años de intervención”.

Falta de acuerdo político

El cierre del CIM, según explica Mariano Lorente, exalcalde de Iznalloz y ahora portavoz de la oposición por el PSOE, no se debe a falta de necesidad sino a la ausencia de prioridad política: “Algunos alcaldes dicen que quieren que se abra, pero luego no quieren poner dinero. Ni el alcalde de Iznalloz ni el conjunto de alcaldes de la comarca han hecho de la oficina una prioridad. Se echa la culpa unos a otros y así se va perdiendo el tiempo”.

El actual alcalde, Carlos Romero, reconoció en abril el problema y prometió reabrir antes de verano, pero el tiempo ha pasado sin que eso haya ocurrido. En octubre, el edil aseguró que estaba trabajando en fórmulas para la reapertura y que estaba en contacto con las asociaciones, pero desde entonces tampoco ha respondido a más preguntas ni ha ofrecido avances: “El ayuntamiento está intentando ver cómo asumir el servicio, pero legal y económicamente no puede hacerlo en solitario. Tenemos que coordinar con otros municipios y la Junta, pero la situación avanza muy lentamente”, confesó hace unas semanas a preguntas de elDiario.es Andalucía.

El problema económico no es menor: la mitad del funcionamiento del CIM dependía de una subvención de la Junta de Andalucía y la otra mitad debía correr a cargo de los ayuntamientos que se beneficiaban del servicio. Muchos municipios han optado por no aportar su parte, dejando que la oficina siga cerrada y que las mujeres continúen desprotegidas. “Muchos alcaldes prefieren gastar el dinero en otras áreas y no en un centro que es vital para la seguridad y la autonomía de las mujeres rurales”, señala Mariano Lorente, exregidor.

En todo caso, cualquier fórmula nueva de reapertura ya no vería la luz hasta 2026, poniendo en peligro las subvenciones que reciben las localidades por el Pacto Estatal contra la Violencia Machista que están contempladas para ofrecer estos servicios. Si se decidiese crear una nueva mancomunidad para empezar con deuda cero, el proceso se dilataría algunos meses más por el retraso administrativo que conllevaría más la puesta en marcha de la contratación pública de las profesionales que integrasen el nuevo CIM.

Con todo, Remedios Moraleda advierte del impacto directo que tiene esta ausencia del CIM sobre la población femenina y la comarca en general: “Si no cuidamos a las mujeres rurales en todos los aspectos -seguridad, empleo, servicios sociales-, terminan abandonando la zona. Y cuando la mujer abandona la zona rural, la zona acaba muriendo”. Mientras tanto, la Federación y las asociaciones feministas han elevado la situación al Defensor del Pueblo Andaluz, presentado escritos en los plenos municipales y difundido notas de prensa. Pero un año después, el CIM sigue cerrado, y las mujeres que dependen de este servicio esencial continúan sin atención.

Eloisa recuerda que algunas usuarias siguen contactando con ella, aunque el centro ya no exista: “Algunas mujeres me llaman todavía. Saben que pueden contar con nosotras, aunque el CIM esté cerrado. Eso demuestra lo vital que era este servicio y lo mucho que se necesita”. En definitiva, tal y como apunta la federación feminista, el cierre del CIM de los Montes Orientales no es solo un fallo administrativo: es una muestra de cómo la violencia machista y la desigualdad siguen sin ser prioridad en las zonas rurales de Andalucía , a pesar de que el derecho a la protección y la atención integral de las mujeres debería ser innegociable.