Cuando visitamos un Jardín Botánico, nuestra atención se dirige instintivamente hacia el verdor, las flores vibrantes y las formas exóticas de las plantas. Caminamos entre cactus, nos maravillamos con la complejidad de una orquídea y buscamos la sombra de un frondoso árbol. Sin embargo, hay un universo entero de conocimiento que permanece invisible para el ojo desprevenido, un patrimonio intangible que está entrelazado con cada ejemplar: los saberes culturales.

Las colecciones vivas documentadas de los Jardines Botánicos Mexicanos son mucho más que un catálogo de especies; son reservarios vivientes que resguardan historias, usos, tradiciones y una profunda sabiduría ancestral. Detrás de un *Yoloxóchitl* (flor de corazón) no solo hay una Magnolia mexicana , sino el conocimiento de su uso

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