Antony Pérez tenía 7 años. Siete. A esa edad la vida debería ir llena de risas, mochilas ligeras y sueños pequeñitos que caben en cualquier bolsillo. Pero para su familia, la realidad era distinta: la falta de empleo en Monclova los había orillado a dejar su casa, sus calles y a los suyos, para empezar de nuevo en Ramos Arizpe .

Querían estabilidad. Querían futuro. Querían vida.

El sábado por la noche, la promesa de ese nuevo comienzo se rompió de la forma más brutal . Antony caminaba junto a su hermano mayor cuando, en un descuido propio de un niño pequeño, se soltó para cruzar la calle . No alcanzó a dar más de unos pasos.

Una camioneta Ford Lobo negra, sin placas, conducida a exceso de velocidad —según vecinos del sector El Mirador — lo arrolló con fuerza brutal. El impac

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