El pueblo de Cannavere, con apenas 1.200 habitantes en la región de Calabria, ha aprobado una ordenanza municipal que obliga a todos los residentes y visitantes a respetar una siesta colectiva entre las 14:00 y las 16:00. Durante ese lapso, están prohibidos los vehículos motorizados, el ruido doméstico por encima de los 30 decibelios y cualquier actividad comercial.

El alcalde, Giovanni Morabito, argumenta que la medida busca “recuperar el ritmo humano frente al capitalismo acelerado”. La iniciativa ha generado rechazo entre algunos turistas, pero también ha despertado el interés de urbanistas y psicólogos de todo el mundo.

Desde esta semana, el pueblo ha instalado sensores de ruido y multas de hasta 200 euros para quienes incumplan la norma. Curiosamente, la productividad local no ha ba

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