Humberto Tobón

Habitualmente sobre las seis de la mañana paseo con mi mascota. Hago un recorrido de dos kilómetros. En el trayecto regular que hacía, el panorama que me encontraba era bastante decepcionante, especialmente para una ciudad que pretende ser atractiva para el turismo. Cambié la ruta por un largo tiempo, pero reincidí el fin de semana y me fue muy mal.

Las primeras imágenes con que me encontré, eran grandes cantidades de basuras regadas por los andes y las calles. Y encima de ellas, decenas de gallinazos haciendo su festín.

En la caminata del sábado, además de esas montañas de desperdicios, cada portada de los edificios estaba atestada de botellas y cajas de icopor con sobrantes de comida, y en no pocos sitios se veían cucarachas y ratones disputándose el espacio.

Mientras

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