Es la pregunta con la que se acostarían anoche cocineras y cocineros que esperaban, este año sí, la llegada de una estrella, ya fuera su primera, segunda o tercera. Pasa todos los años y cada vez olvidamos que la de Michelin es una guía privada y tiene sus normas, que no hay por qué comprender ni compartir. Y que no se puede dar nada por sentado, ni siquiera cuando asoman trazos de modernidad o se reconocen méritos a restaurantes que se alejan del concepto del lujo clásico. Ni cuando otras, de vez en cuando, sucumben al reconocimiento internacional y sueltan estrellas que caen más por la fuerza de la gravedad que del convencimiento.

Ha sido un año bueno para Catalunya, que suma cuatro restaurantes en la categoría de biestrellados. Dos de ellos eran candidatos desde hace muchos años, como

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