El evento de iluminación contó con una cuenta regresiva previo al encendido de luces con tecnología de vanguardia.

Cuenta la leyenda que, en 1617, un arriero que viajaba de Veracruz a Guatemala llegó a Oaxaca y detectó que viajaba con una mula de más que, al detenerse en la ermita de San Sebastián, murió en el acto. Al revisar su carga, se descubrió una imagen de la Virgen de la Soledad y otra de un Cristo crucificado. Este hecho fue considerado milagroso, y se ordenó construir un templo en ese lugar.

Años después, entre 1682 y 1690, se erigió en ese mismo sitio la Basílica de Nuestra Señora de la Soledad, un espacio de fe y recogimiento para miles de oaxaqueñas y oaxaqueños que hoy resplandece con más fuerza gracias a una alianza entre el Gobierno de Oaxaca y la compañía energética Iber

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