El debate general de este miércoles en el Bundestag dejó una imagen nítida, la del canciller Friedrich Merz intentando proyectar control frente a los ultras de Alternativa para Alemania (AfD), cada vez más agresivos en el tono y más confiados en el parlamento. Mientras tanto, puertas adentro, la gran coalición sortea tensiones internas que amenazan la reforma de las pensiones y, puertas afuera, se agrava . La sesión, que buscaba mostrar estabilidad, acabó exhibiendo las grietas del Gobierno.
Alice Weidel, la líder de AfD, abrió el fuego con un discurso calculado para la confrontación. Acusó al Ejecutivo de navegar “como la tripulación de Titanic” , denunció “cinco crisis simultáneas” y presentó un plan de doce puntos que incluyó expulsiones masivas, recortes sociales extremos, vuelta

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