Durante casi medio siglo, el fútbol argentino estuvo gobernado por dos hombres: Julio Humberto Grondona , el patriarca absoluto, y Claudio “Chiqui” Tapia , heredero de un sistema que sobrevivió a los escándalos globales y se recicló en versión doméstica. Estilos distintos, épocas diferentes, pero una matriz similar: opacidad, negocios paralelos, operadores en las sombras y patrimonios que no se explican con los ingresos declarados.

El documento analizado para esta investigación traza un puente incómodo entre ambos: un modelo que parece más preparado para garantizar la supervivencia del poder que para transparentar el fútbol.

La AFA estuvo marcada por dos ciclos de conducción hiperpersonalista. Grondona construyó un gobierno vertical, paternal, respaldado por la FIFA y un sistema acei

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