Estaba el Atlético masticando esa sensación, tan arenosa, de que el punto le sabía a poco. Por mucho que el rival fuera el Inter , doble subcampeón de Europa en los tres últimos años, una máquina competitiva en la Champions que hasta ahora había ganado sus cuatro partidos , aunque en la Serie A se le vean las costuras. Así estaba el Atlético, con un llenísimo y ruidoso Metropolitano ya empezando a pensar en el regreso a casa en el metro. No sabían que el postre era lo más sabroso del menú .
Como en los viejos tiempos, tan añorados, el Atleti encontró la gloria en los cielos. El descuento ya se había desplegado sobre el renovado (y precario) césped del Metropolitano cuando Giménez desató la euforia con su cabeza. La puso Griezmann desde la esquina y el capitán uruguayo

La Crónica de Badajoz

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