En plena pandemia, cuando para muchos el tiempo se volvió incertidumbre, para Ninika Ramírez se transformó en una oportunidad: la de estudiar, experimentar y crear una iniciativa ambiental que hoy está cambiando la relación del municipio con sus fuentes hídricas.

Preocupada por la creciente contaminación que producían los aceites de cocina desechados por restaurantes y viviendas, así como el sebo de res desperdiciado por carniceros, Ninika decidió actuar. Lo que inició como una curiosidad entre tutoriales, libros y ensayos fallidos, hoy es un modelo de economía circular que demuestra que la sostenibilidad puede nacer desde las manos de una sola persona.

De residuo tóxico a producto medicinal: el laboratorio sostenible de Nini

Cada semana, Nini como la conocen afectuosamente en la comuni

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