Durante los años 90 se instaló la idea de que Japón representaba el futuro. Quien viajaba allí encontraba trenes bala, ciudades cubiertas de neones, cultura tecnológica en cada esquina y un contraste muy visible entre tradición e innovación. A principios de los años 2000 llegaron los móviles con cámara y robots humanoides, reforzando aún más esa imagen de país adelantado a su tiempo. Tres décadas después, esa percepción sigue viva en el imaginario colectivo, pero ya no refleja del todo la realidad tecnológica japonesa.
Japón conserva capacidades importantes, pero lleva años perdiendo terreno. Controlaba cerca del 50% de la producción mundial de semiconductores hace cuatro décadas y en 2019 representaba solo el 10%. En inteligencia artificial retrocedió del cuarto al noveno puesto tras el

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