Las secuencias sonoras de los océanos están llenas de mensajes que los humanos aún no comprenden. Las ballenas , las orcas y los delfines emiten sonidos estructurados que se repiten con variaciones y se transmiten entre individuos, lo que sugiere la existencia de códigos acústicos complejos. Esas vocalizaciones podrían constituir sistemas de comunicación con reglas internas , aunque de momento solo se sabe que siguen patrones que facilitan el aprendizaje. El interés por entenderlas ha crecido gracias a la inteligencia artificial, que permite analizar grandes volúmenes de grabaciones y encontrar regularidades imposibles de detectar manualmente. Esa capacidad técnica ha abierto un campo nuevo para la biología marina.

Los océanos guardan un sistema de comunicación que empieza a descifrarse

Los algoritmos de aprendizaje automático ya procesan miles de horas de registros obtenidos por hidrófonos y micrófonos submarinos . Estas herramientas detectan patrones, clasifican sonidos y los comparan con los comportamientos observados en cada especie. Investigadores de instituciones como el Woods Hole Oceanographic Institution han empleado este método para analizar los silbidos de los delfines y comprobar que la mitad de las señales no remite a individuos concretos. Los modelos también permiten identificar las secuencias temporales que podrían equivaler a sílabas o fonemas , una tarea que antes requería años de revisión humana. En la actualidad, la interpretación de los sonidos animales depende tanto de la biología como de la ingeniería informática.

Las investigaciones con primates ofrecen otro ejemplo de comunicación elaborada. La primatóloga Mélissa Berthet, de la Universidad de Rennes, observó durante medio año a bonobos que combinaban gritos, gemidos y silbidos para crear frases con sentido. Añadían un sonido breve que significaba “hagámoslo” a otro que indicaba “mírame”, con lo que conseguían coordinar tareas grupales. El biólogo Cédric Girard-Buttoz , del Centro de Neurociencias de Lyon, registró secuencias similares entre chimpancés que unían llamadas distintas para provocar una acción colectiva, como subir a un árbol y construir un nido. Estos resultados muestran una forma de sintaxis elemental que hasta hace poco se consideraba exclusiva de los humanos.

Las ballenas jorobadas mantienen melodías que pasan de generación en generación

En el ámbito marino, los proyectos más ambiciosos se concentran en los cetáceos. Project CETI , una organización con sede en Nueva York, registra los clics de los cachalotes de Dominica para relacionar sonidos con comportamientos concretos. Su lingüista Gašper Beguš entrena modelos generativos de inteligencia artificial capaces de imitar los “codas” producidos por los animales. Esas secuencias, que varían en ritmo y duración, podrían equivaler a un alfabeto fonético. Otro proyecto, DolphinGemma , desarrollado por Google junto al Georgia Institute of Technology y el Wild Dolphin Project, busca reproducir los silbidos de los delfines y generar respuestas que estos puedan interpretar.

Los estudios sobre ballenas jorobadas también revelan una estructura predecible en sus cantos. Las repeticiones y los segmentos cortos aparecen con más frecuencia que las secuencias largas, lo que facilita su transmisión cultural. Los investigadores han identificad o unidades recurrentes que podrían funcionar como palabras o frases musicales . Aunque todavía no se sabe si esos sonidos transmiten significados precisos, las similitudes con la organización del lenguaje humano son evidentes . La transmisión social de esas melodías demuestra que los cetáceos aprenden mediante imitación y heredan sus patrones vocales de generación en generación.

El límite entre comunicación animal y lenguaje humano sigue en discusión

El debate sobre si estos sistemas constituyen un lenguaje en sentido estricto sigue abierto. Algunos científicos creen que la comunicación animal podría incluir rasgos de la lengua humana, mientras que otros la consideran un fenómeno distinto basado en asociaciones sonoras. La lingüista Diana Liao , de la Universidad de Tubinga, demostró que los cuervos pueden manejar estructuras recursivas , aunque no está claro si las usan al comunicarse. Para otros especialistas, los animales disponen de reglas limitadas pero eficientes que cumplen la misma función comunicativa sin necesidad de gramática formal.

El concepto de lenguaje incluye propiedades que hasta ahora solo se han comprobado en humanos , como la productividad o la capacidad de referirse a objetos ausentes. Según la revista Nature , las especies estudiadas no han mostrado pruebas concluyentes de esas características, aunque algunas aproximaciones existen, como los delfines que reconocen el nombre de otros individuos después de años de separación. Los experimentos con aves o primates indican que ciertas especies pueden combinar señales para crear nuevos significados, pero aún no alcanzan la complejidad expresiva del habla humana .

Las perspectivas futuras combinan entusiasmo científico con cautela ética. David Robinson , investigador del Earth Species Project , ha advertido en Nature que reproducir mensajes artificiales dirigidos a animales podría alterar su comportamiento natural y afectar sus costumbres de apareamiento o desplazamiento. Aun así, el desarrollo de modelos de lenguaje para bioacústica promete ampliar el conocimiento sobre cómo se comunican los seres vivos. La posibilidad de entender de manera parcial lo que ocurre bajo el agua ha dejado de ser hipotético y empieza a convertirse en una tarea técnica.