Lejos del ruido de Buenos Aires y de los compromisos mediáticos, Soledad y Natalia Pastorutti desarrollaron en Arequito —su pueblo natal de Santa Fe— un proyecto de vida que combina raíces, familia y tranquilidad. Las hermanas, referentes del folklore nacional desde su infancia, decidieron mantener su centro afectivo en el mismo lugar donde comenzaron sus carreras, apostando por una convivencia cercana con sus familias.

Tras casarse (Soledad con Jeremías Audoglio y Natalia con Andrés Manini), ambas adquirieron en conjunto un predio en las afueras del pueblo. La decisión no fue casual: el terreno ya estaba habitado por sus padres, quienes habían elegido ese espacio de paz tiempo antes. Las artistas se sumaron luego, construyendo cada una su propia vivienda a pocos metros de distancia.

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