En la víspera de las elecciones en Honduras, las canciones de campaña se mezclaron con disparos, un niño de cinco años murió en los brazos de su abuela y millones se prepararon para votar bajo un prolongado estado de excepción que los críticos llaman hoy la propia anestesia de la democracia en cámara lenta.

La promesa de un niño truncada tras un mitin político

En Río Helado, los sueños de Arnol Caled de convertirse en policía y construir casas terminaron abruptamente con disparos, recordando a los lectores cómo la violencia política pone en peligro a los niños y despierta compasión.

Ese mismo día, Arnol había viajado con su madre, su abuela y otros familiares a un mitin del partido oficialista Libertad y Refundación (Libre) en la aldea de La Cuesta, en el departamento occidental d

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