Martín Murano está por cumplir 60 años. Su voz es gruesa, cada una de sus palabras parece salida de un trombón. Habla pausado y modula cada sílaba. Su cara es angulosa, afilada, tiene barba candado y lleva algunos anillos. En los últimos días brindó varias entrevistas. No es una celebridad, pero está acostumbrado a hablar con periodistas.

Durante muchos años (y es probable que le siga pasando hoy) cada vez que decía su nombre y apellido, le preguntaban si era algo de Yiya: nunca hacían referencia al cristal.

- Sí, soy el hijo- respondía él, serio, y sin acotar nada más, dejaba a su interlocutor dudando si se trataba de una broma o de una verdad dolorosa, insoportable.

María Bernardina de las Mercedes Bolla Aponte de Murano. O, simplemente como pasó a la galería de infames argentinos: Y

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